La Peletería Siberia fue fundada en 1891 por Josep Ticó y Rebert. Aquel cambio de siglo es una de las etapas más creativas, más apasionantes y más decisivas de nuestra historia reciente, y dio nacimiento a multitud de iniciativas y de empresas como la nuestra.
Viviendo al mismo impulso de un pueblo que derrama energía, un chico muy joven proveniente de Balaguer llega a Barcelona dispuesto a abrirse camino. Es José Ticó y Rebert (1.870-1.936). Entra de aprendiz en una casa de curtidos, Can Montiu, y adivina el brillante futuro de la peletería. Con este designe marcha en París para conocer el oficio y se puso a trabajar en Can Revillon, famosa casa ahora y entonces en todo el mundo. Allí aprendió el oficio de cortador con un hijo de la casa Revillon. Allí, en París, madura la idea de establecerse por su cuenta.
Era un momento bueno ya que se acababa de introducir la sofisticada máquina de coser pieles (1890), que revolucionaba la hasta entonces difícil costura a mano.
El joven Ticó se casó con Victorina Roig y Falguera e instaló su negocio en la calle de la Portaferrissa cuando sólo tenía 21 años.
Eligió como nombre del establecimiento Peletería Siberia, porque la Siberia es uno de los territorios más ricos en pieles de todo el mundo.
Pronto se trasladó a la calle de Petritxol y luego en la calle de Santa Ana.
El éxito del negocio y la dinámica de la ciudad que sale de las murallas para ensancharse hicieron que en 1907 Josep Ticó instalara en el mismo lugar donde hoy se encuentra la casa matriz, a la derecha de la Ensanche, en la Rambla de Cataluña, chaflán con la Gran Vía de las Cortes Catalanas.
La Siberia fue la primera peletería propiamente dicha de Barcelona y de todo el Estado. Hasta entonces de pieles finas sólo se utilizaban para ornamentación. A partir de ese momento se empiezan a hacer prendas de vestir, especialmente abrigos, capas. Es en este sentido que puede considerarse la pionera en el introducción de la peletería.
Con la expansión económica vivida en Cataluña en el tiempo de la Gran Guerra, La Siberia creció vertiginosamente. Se confeccionaban artículos para todo el Estado, incluso para la Casa Real. Entonces se construyó la fábrica de curtidos en Balaguer, uno de los pocos edificios modernistas de la ciudad, que fue derribado a finales de 1982.
La Siberia no sólo fue importante por ser la primera y principal del país; ganó uno de los premios de la Exposición Internacional de 1929, sino también lo fue como escuela de nuevos peleteros.
Los años 1918 y 1919 la decoración de la tienda fue completamente reformada por iniciativa de José M Ticó y Roig que se estableció como peletero en Londres. Ésta, hecha por el interiorista Carlos Rojas de estilo cercano al arte Decó, es la que aún se conserva hoy. Las molduras con una riqueza impresionante se mantienen en un estado literalmente perfecto.
Aunque la exposición Universal de 1929, Barcelona y todo el mundo entró en una depresión económica general que afectó profundamente la Peletería La Siberia. Fue entonces, 1932, cuando Mariano Espar, yerno del fundador, compró el negocio a José Ticó y Rebertés.
Con la guerra civil la empresa es colectivizada junto con la fábrica de Balaguer y la empresa vive los momentos más tristes con la muerte de Mariano Espar, en 1936 y después José Ticó y Rebertés.
En 1936 la fábrica de curtidos de Balaguer se desmantelada y trasladada a Burgos con designios oscuros. Merced Ticó y Rojo es al frente de la casa y se vive una época de dificultades.
Con la recuperación económica que sigue el plan de estabilización se fue abriendo las importaciones y la recuperación se hace evidente.
En 1959 se hace una nueva gran reforma de los escaparates y se abren los vestíbulos manteniendo los anteriores del establecimiento.
A partir de 1963 la Peletería La Siberia presenta unas colecciones completísimas, requeridas más de una vez en el extranjero. La casa pasa de manera efectiva a depender de la tercera generación: Victoria, Maria Mercè, José y Ignacio EsparTicó. Con este equipo colaboran también Maria del Carmen Almeda y Montse Figueras.
La ciudad crece sin detenerse y la parte alta se ha convertido en un segundo centro vital y, ya pensando en la celebración del centenario, en 1988, se abren unos nuevos salones en la calle Ganduxer, con una ambientación delicada, cálida y confortable.
Todas las capas de la sociedad catalana, desde la burguesía a la aristocracia, pasando por el mundo profesional, intelectual y artístico, han sido cliente de la casa. Los nombres de Picasso, Dalí y Miró son ejemplos significativos.
Actualmente la Peletería La Siberia sigue como referente de moda en piel de la ciudad y desde el nuevo milenio la cuarta generación de peleteros, Victoria Espar Almeda y Marc Espar Figueras, llevan el timón de la empresa.
La cuarta generación, combina con acierto su herencia y el conocimiento del oficio con las nuevas tendencias, la modernidad y las necesidades de la mujer actual.